La fauna antártica se compone de pingüinos, aves voladoras (gaviotas, gaviotines, albatros, palomas, cormorán antártico, etc.), focas, ballenas, orcas, cachalotes, así como un gran número de peces óseos. Ningún animal vertebrado habita de manera permanente en la Antártida; abunda, sin embargo, el krill, crustáceos marinos muy pequeños, similares a quisquillas.
La fauna, por lo tanto, es muy escasa en el continente propiamente dicho, pero abunda en el océano que lo enmarca; de esta manera, tan sólo el pingüino Emperador ha logrado adaptarse a las extremas condiciones climáticas que se desarrollan sobre el continente. Las demás especies animales, como son las focas, aves y otros tipos de pingüinos, tienden a concentrarse en la zona costera, libre de hielo durante el corto verano. Sin embargo, con la llegada del invierno emigran desplazándose sobre el casquete de hielo que se forma al congelarse el mar adyacente al continente; dichos procesos de congelación del agua marina hacen que en invierno la superficie de la Antártida pase de 14.000 a unos 30.000 km2.
Aunque los pingüinos, también conocidos como pájaros bobos, son abundantes, sólo se ha podido adaptar de manera permanente el Emperador; los demás (Barbijo, Adelia, Papua, Rey o Real, etc.) sólo logran permanecer sobre el continente en los oasis antárticos costeros que se desarrollan durante el verano. La base alimentaria de éstos se basa en el krill, un pequeño crustáceo del orden Eufausiáceos, similar a un camarón y muy abundante en las aguas del océano Glacial Antártico; también forman parte de su dieta los peces y los calamares.